Gilgamesh es un hombre, pero también es un dios, es la suma de muchas historias contadas a lo largo de generaciones. Gilgamesh fue capaz de traer la paz a Uruk y sus súbditos le adoraban. Pero el aburrimiento y la falta de retos le hicieron volverse despiadado. Los ciudadanos, cansados de sus desmanes, volvieron la vista a los dioses y les pidieron ayuda. Ishtar envió a Enkidu para que se enfrentara a Gilgamesh, pero la batalla entre ambos no avanzó como esperaba la diosa. Finalmente se reconocieron como iguales y se hicieron amigos inseparables. Por primera vez Gilgamesh ya no estaba solo para emprender sus aventuras. La epopeya de Gilgamesh nos va contando las aventuras de un rey que fue deificado posteriormente por su pueblo. En sus historias se mezclan sus hazañas reales con otras fantásticas. Su figura sirvió de inspiración para otros escritores que vinieron después, muchos de ellos desconocidos hoy. Los temas de estas historias siguen resonando con nosotros en la actualidad: la muerte, a la que nadie puede escapar, y la amistad, que todos buscamos encontrar.