8 a. m. Instalado en el tren con premura. (Un tren largo aquí y que nada será perdido en la pampa, dentro de poco). Buenos Aires, Mendoza, Santiago, cordillera inclusive, con derroche de cumbres, laderas y demás componentes obligatorios. Va hacer mucho calor y tierra de esa que, ha poco, aventaba cascos de caballos indios. Entretanto cruzan por andenes y pasadizos algunos remolinos de provincianos: héroes que vuelven d haber conquistado la capital. Arrinconarse y mirarlos con el merecido respeto. Sombreros grises, martingalas, guantes color patito, tez mate y pelo lacio. Sube a mi vagón una pareja que he encontrado en la agencia donde compré mi boleto. Recuerdo que en aquella ocasión miré a la mujer como se mira una belleza de cinematógrafo a cuya patria no se irá. Ahora, la coincidencia de nuestro encuentro me parece significativa. Me pregunto: ¿es un peligro? Respondo con un nuevo interrogante: ¿no es siempre un peligro vivir?