Ya no puedes decir aquello de yo no sabía a qué venía. Esta es la segunda parte y he vuelto a deslizarme por las barras más entrañables, interesantes, aguerridas, tremendas, disparatadas. Con gente que tiene siempre mucho que contar y, a veces, que callar. Que ante lo primero se emocionan y ante lo segundo se sonríen con socarronería. Porque por los bares pasa la vida, igual que pasa la corriente, cuando el río busca el mar. Y esa vida? nos entusiasma. Los baresquélugares son una buena razón para compartir tantas y tantas cosas lindas, y mil historias. Algunas las vivimos en carnes propias, otras nos las contaron en mañanas de bruma o noches luminosas. También son la excusa perfecta para adentrarnos y viajar en qué somos como sociedad, cómo nos relacionamos, cómo nos apasionamos con nuestras fiestas, costumbres y manifestaciones artísticas, reivindicativas o, meramente, lúdicas y lúcidas. El tintero estaba a rebosar y, me parece, que la gente con ganas. Cada cual, en asuntos de barras, bares y tabernas, tiene sus amores. Ahí van unos cuantos más. Que nunca dejemos de vernos, aunque sea para nada. Porque una charla y un abrazo con cariño lo son todo. Esta segunda entrega de la Huelva choquera y tabernera viene con cargas de profundidad. Quema entre mis manos y espero que entre las vuestras. La ternura y la canallesca están servidas. Reencuéntrate con el grito mágico de ¡que nos quiten lo bailao! Ser Buzo entre sus páginas será el deseo más palpitante en los próximos días de vuestra vida.